14 de Febrero, día muy conocido por ser San Valentín, un día en el que las parejas se demuestran el amor (Como si no hubiera más días al año) y donde las tiendas se visten de rojo como símbolo del amor, la pasión.
Pues bien, la entrada de hoy también tiene que ver con el amor, quizás no de la manera que se entiende de amor a la pareja, pero sí lo que es el amor al prójimo. Hoy en clase hemos estado viendo un vídeo que hablaba sobre la discriminación, sobre ser superiores por tener ciertas características, ser más listos, tener más privilegios, etc. En el vídeo podemos observar cómo una profesora de Estados Unidos, en el siglo pasado, enseña a sus alumnos a no discriminar a los hombres de color (como allí les llaman). Para que los niños supieran lo que se siente al ser discriminado, la maestra les hacía creer primeramente que los niños de la clase con ojos azules eran mejores que los de los ojos marrones, los cuales debían llevar un pañuelo para diferenciarse de los ojos azules. Los mismos niños de ojos azules discriminaban a los ojos marrones. Al día siguiente, la profesora hizo lo mismo pero diciendo que los mejores eran los ojos marrones, y los azules eran más tontos, más lentos, etc. Tras acabar el día, la maestra les pregunta que sentían al ser discriminados por el color de los ojos, y que pasaba lo mismo con los hombres de color.
Esto era solamente una pequeña reseña del vídeo.
Reflexionando sobre la actitud que he visto en los niños cuando unos eran discriminados, me he dado cuenta de que muchas veces (por no decir casi siempre), nosotros estamos rechazando a personas que no son iguales que nosotros en rasgos físicos solamente porque no se parecen a nosotros, incluso cuando no tienen las mismas creencias que nosotros, porque siempre pedimos respeto para nosotros, pero ¿Acaso respetamos a todos por y a pesar de todo? Yo creo que no, y yo la primera, queda mucho por andar, pero hay que empezar ahora.
Pues bien, la entrada de hoy también tiene que ver con el amor, quizás no de la manera que se entiende de amor a la pareja, pero sí lo que es el amor al prójimo. Hoy en clase hemos estado viendo un vídeo que hablaba sobre la discriminación, sobre ser superiores por tener ciertas características, ser más listos, tener más privilegios, etc. En el vídeo podemos observar cómo una profesora de Estados Unidos, en el siglo pasado, enseña a sus alumnos a no discriminar a los hombres de color (como allí les llaman). Para que los niños supieran lo que se siente al ser discriminado, la maestra les hacía creer primeramente que los niños de la clase con ojos azules eran mejores que los de los ojos marrones, los cuales debían llevar un pañuelo para diferenciarse de los ojos azules. Los mismos niños de ojos azules discriminaban a los ojos marrones. Al día siguiente, la profesora hizo lo mismo pero diciendo que los mejores eran los ojos marrones, y los azules eran más tontos, más lentos, etc. Tras acabar el día, la maestra les pregunta que sentían al ser discriminados por el color de los ojos, y que pasaba lo mismo con los hombres de color.
Esto era solamente una pequeña reseña del vídeo.
Reflexionando sobre la actitud que he visto en los niños cuando unos eran discriminados, me he dado cuenta de que muchas veces (por no decir casi siempre), nosotros estamos rechazando a personas que no son iguales que nosotros en rasgos físicos solamente porque no se parecen a nosotros, incluso cuando no tienen las mismas creencias que nosotros, porque siempre pedimos respeto para nosotros, pero ¿Acaso respetamos a todos por y a pesar de todo? Yo creo que no, y yo la primera, queda mucho por andar, pero hay que empezar ahora.
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